Mi hijo ya descubrió que mi delineador de ojos es un divertido crayón para dibujar sobre cualquier superficie, mis aretes y collares son los juguetes más sonoros y brillantes [y no le importa si los traigo puestos o no], que mis llaves son una divertida sonaja… en fin, si él puede encontrarle otros usos a mis cosas… ¿Por qué yo no puedo usar sus cosas?
Pomada para las rozaduras. Este mágico artículo
no sólo alivia las pompitas enrojecidas de tu angustiado retoño, muchas tienen
vitaminas A, D y E que ayudan a los procesos regenerativos de la piel y te
aliviarán también a ti. Una cortadita, un raspón o quemadura leves con la
plancha pueden ser aliviados con una pequeña cantidad. Además, la mayoría
tienen óxido de zinc, que ayuda a controlar la humedad y a mantener las pompis
secas. Pero no sólo las pompis de tu bebé… acá entre nos, si se te olvidó el
antitranspirante y traes blusa blanca, la puedes usar de emergencia en un día
caluroso. Tengo una amiga que llegó a usar la pomada de bebé entre los muslos,
pues hacía calor, no traía medias y usaba falda, de esas veces que cruzas las
piernas y se te pegan del sudor. Y santo remedio. Para esto último también
sirve el talco de bebé.
Toallitas húmedas. No sólo sirven para
limpiarles las pompitas, manos llenas de
chocolate, la carita y demás partes del cuerpo a tu baby. Son buenísimas para
limpiar los rayones de plumones, lápices y plumas en las mesas con
recubrimientos plásticos, de papel de baño para ti en una de esas emergencias,
son lo mejor para pasarte por la frente y quitarte el sudor en un día caliente
mientras estás metida en el coche y el tráfico y también sirven de toallitas
desmaquillantes de emergencia [o de esas veces que, al fin se duerme el bebé y
no puedes ni pensar en levantarte a desmaquillarte como Dios manda].
Pañales. No digo que te los pongas tú, pero descubrí
un uso nuevo. Si se te llega a derramar
algo en la pañalera o en la mesa, o donde sea, y no hay un paño cerca… un pañal
puede ser la diferencia entre un desastre y suciedad total y un ‘ya merito’. Sólo úsalo de toalla por el lado
absorbente, y lo mejor: tíralo después.
Talco de bebé. Además de ponértelo en zonas
húmedas [como axilas o espalda baja, de esas veces que vas a estar sentada
mucho tiempo] y dejarte un fragante aroma a bebé durante una que otra
emergencia, también puedes ponerte un poco en las manos antes de ponerte los
guantes de látex para el aseo o lavar los trastes, así no terminarás con las
manos sudadas y vueltas uno con los guantes.
Crema corporal de bebé. Sus cremas humectantes
son muy suaves y, como en invierno mis manos se resecan mucho, no aguanto las
cremas normales. Entonces uso la del bebé. A veces, cuando te quemas la cara o
cualquier parte del cuerpo con el sol, las cremas normales arden hasta el alma.
Y quizá no puedas ir al supermercado a encontrar uno de esos fantásticos
aceites post-quemaduras, así que puedes intentar con la crema de tu baby, que
te humectará delicadamente mientras tanto.
Aceite de bebé. Si se te acaba el
desmaquillante, con aceite de bebé y un algodón puedes solucionar el problema
mientras compras otro. Además sirve para humectar rápidamente las manos secas,
e incluso una gotita en los labios puede hacer maravillas durante el invierno.
Y por si fuera poco, puedes ponerlo en esas puertas chillonas, pues la mayoría
de los aceites de bebé tienen origen mineral, que no va a apestar a rancio como
los aceites de cocina. Y si viene tu suegra de improviso, puede ayudarte a
darle un buen brillo a los muebles de madera. Obviamente no es como los aceites
para muebles, pero del apuro sí te saca.
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