Cómo sobrevivir a la maternidad joven
Ya seas
adolescente o solamente considerada como “demasiado joven” para ser
mamá, la maternidad juvenil es un embrollo. En realidad, la maternidad es un
embrollo a cualquier edad, sólo que a las jóvenes nos molestan de maneras casi
estandarizadas.
Hay una vecina que
no se cansa de decir que soy mala madre, que no sé nada: que me bebé ya está
muy grande para no caminar, que la
mollera se le debió cerrar a los cuarenta días, que debo saber qué es lo que
significan los sonidos extraterrestres que salen de su boquita. Y mil cosas.
Luego intentó venderme una leche, de “la nutrición”, que para que caminara,
hablara y le cerrara la mollera, que lo que tenía era desnutrición, que estaba
ético (WTF?), y que ella lo sabía (aunque no había terminado la primaria y menos
la especialidad en pediatría) sin duda alguna.
Por supuesto que no
le creí nada. Aunque al principio, antes de que me hablara de “la nutrición”,
me preocupé, y hasta lloré a escondidas. Y es que no es sólo la vecina me
molesta. Mi suegra, mi madre y desconocidas en la calle se sienten con la
autoridad de aconsejar cualquier cantidad de disparates: que no lo cargue, que
siempre lo cargue, que le pegue de manazos para que aprenda, o que nunca lo
toque porque se trauma. Mi suegra me dijo que le pusiera jugo de hormigas rojas
en las rodillas. Y así, mil cosas más, y una cada vez más inverosímil que la
anterior.
Pero… ¿Cómo
sobrevivir a estos ataques? De mil señoras que se sienten “muy muy”, con el
derecho de aprobar o desaprobar lo que hago o no hago, como si fueran alguna
clase de expertas en pedagogía, pediatría terapia física y psicología. Confieso
que he llorado, me he enfadado, he huido, me he escondido, he discutido y más…
pero lo que en verdad funciona lo enlistaré a continuación:
1.
Acéptalo.
Por más que intentes refutar los argumentos de tu suegra jamás podrás hacerla
cambiar de opinión. Aunque viniera el pediatra más respetado o se le
aparecieran ángeles del cielo, no pensará diferente. Vas a tener que aprender a
manejar el asunto.
2.
Prepárate.
Con frases que te ayuden a zafarte del tema. Tipo “las saladitas son
horneadas”. Finge que te llegó un mensaje al celular, que tienes que cambiar el
pañal. Que tienes que ir al baño o te duele la muela, la excusa no importa. Las
señoras criticonas suelen ser muy suspicaces, y captarán que no quieres hablar
del tema. Que te dejen en paz, eso es otro cuento.
3.
Consigue
un paño de lágrimas. El apoyo moral es importantísimo
para resistir los despiadados ataques sociales. Tu esposo puede ser, si
paciente y no se toma todo personal. Tu mejor amiga puede ser la mejor opción,
a menos que ella sea la atacante en cuestión. Un diario nunca juzga, pero
tampoco te puede abrazar. Escribe un blog al respecto, o comenta aquí!
4.
Relájate.
Al final del día, o de la experiencia, cuando estés sola, abraza a tu pequeño y
respira. Piensa que estás haciendo lo mejor que puedes, y tienes todo el amor
que él se merece. Los remedios y leyendas urbanas no importan cuando están
ustedes dos. Drógate con su aroma de leche y bebé, acaricia sus manitas. Ámalo
en silencio, un segundo. Lo estás haciendo bien. Y aunque de pronto lo dudes,
lo estás haciendo bien.
Con estos cuatro
pasos, podrás afrontar un poco mejor estos asuntos. ¡No estás sola!
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