jueves, 25 de octubre de 2012

Cómo sobrevivir a la maternidad joven

Cómo sobrevivir a la maternidad joven 

Ya seas adolescente  o solamente  considerada como “demasiado joven” para ser mamá, la maternidad juvenil es un embrollo. En realidad, la maternidad es un embrollo a cualquier edad, sólo que a las jóvenes nos molestan de maneras casi estandarizadas.
Hay una vecina que no se cansa de decir que soy mala madre, que no sé nada: que me bebé ya está muy grande  para no caminar, que la mollera se le debió cerrar a los cuarenta días, que debo saber qué es lo que significan los sonidos extraterrestres que salen de su boquita. Y mil cosas. Luego intentó venderme una leche, de “la nutrición”, que para que caminara, hablara y le cerrara la mollera, que lo que tenía era desnutrición, que estaba ético (WTF?), y que ella lo sabía (aunque no había terminado la primaria y menos la especialidad en pediatría) sin duda alguna.
Por supuesto que no le creí nada. Aunque al principio, antes de que me hablara de “la nutrición”, me preocupé, y hasta lloré a escondidas. Y es que no es sólo la vecina me molesta. Mi suegra, mi madre y desconocidas en la calle se sienten con la autoridad de aconsejar cualquier cantidad de disparates: que no lo cargue, que siempre lo cargue, que le pegue de manazos para que aprenda, o que nunca lo toque porque se trauma. Mi suegra me dijo que le pusiera jugo de hormigas rojas en las rodillas. Y así, mil cosas más, y una cada vez más inverosímil que la anterior.
Pero… ¿Cómo sobrevivir a estos ataques? De mil señoras que se sienten “muy muy”, con el derecho de aprobar o desaprobar lo que hago o no hago, como si fueran alguna clase de expertas en pedagogía, pediatría terapia física y psicología. Confieso que he llorado, me he enfadado, he huido, me he escondido, he discutido y más… pero lo que en verdad funciona lo enlistaré a continuación:
1.      Acéptalo. Por más que intentes refutar los argumentos de tu suegra jamás podrás hacerla cambiar de opinión. Aunque viniera el pediatra más respetado o se le aparecieran ángeles del cielo, no pensará diferente. Vas a tener que aprender a manejar el asunto.
2.      Prepárate. Con frases que te ayuden a zafarte del tema. Tipo “las saladitas son horneadas”. Finge que te llegó un mensaje al celular, que tienes que cambiar el pañal. Que tienes que ir al baño o te duele la muela, la excusa no importa. Las señoras criticonas suelen ser muy suspicaces, y captarán que no quieres hablar del tema. Que te dejen en paz, eso es otro cuento.
3.      Consigue un paño de lágrimas. El apoyo moral es importantísimo para resistir los despiadados ataques sociales. Tu esposo puede ser, si paciente y no se toma todo personal. Tu mejor amiga puede ser la mejor opción, a menos que ella sea la atacante en cuestión. Un diario nunca juzga, pero tampoco te puede abrazar. Escribe un blog al respecto, o comenta aquí!
4.      Relájate. Al final del día, o de la experiencia, cuando estés sola, abraza a tu pequeño y respira. Piensa que estás haciendo lo mejor que puedes, y tienes todo el amor que él se merece. Los remedios y leyendas urbanas no importan cuando están ustedes dos. Drógate con su aroma de leche y bebé, acaricia sus manitas. Ámalo en silencio, un segundo. Lo estás haciendo bien. Y aunque de pronto lo dudes, lo estás haciendo bien.
Con estos cuatro pasos, podrás afrontar un poco mejor estos asuntos. ¡No estás sola!

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